sábado, 6 de febrero de 2016

MEDITACIÓN XXXVIII (7 DE FEBRERO)

MEDITACIÓN XXXVIII
(7 DE FEBRERO) 

Sobre la fuga de las ocasiones próximas del pecado.  



Punto 1°.- Peligro de estas ocasiones. . Están de tal manera ligadas con el pecado que deben mirarse como el pecado mismo: y así, es consentir en cierto modo en la pérdida de su alma el comprometerse en ellas. . No solamente nos hacen cometer el pecado, sino que nos hacen contraer un hábito de él, puesto que amortiguan en su momento las resoluciones que habíamos tomado, y las promesas que habíamos hecho a Dios de renunciar al pecado. Salís del tribunal de la penitencia, creéis haberos reconciliado con Dios; y habéis prometido no volver más a ofenderle; mas si volvéis a buscar la ocasión próxima cuando podéis evitarla, vuestras resoluciones y vuestras promesas serán bien pronto olvidadas.

Punto 2°.- Ventajas de esta fuga. Ella destierra el pecado de vuestro corazón; nos mantiene en la gracia de Dios, asegura nuestra reconciliación con Él y la sinceridad de nuestra penitencia. ¿Y habrá una relación, un comercio, una lectura, un placer de sociedad que no deba sacrificarse a tan grandes ventajas? Huid del pecado, dice el Sabio, y por consiguiente, la ocasión que os lleva a cometerle. Como esas serpientes venenosas cuya mordedura causa la muerte, se les huye, se les aborrece aun cuando estén ocultas debajo de las flores.  

Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción. 
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

No hay comentarios:

Publicar un comentario