viernes, 26 de febrero de 2016

MEDITACIÓN LVIII (27 DE FEBRERO)

MEDITACIÓN LVIII
(27 DE FEBRERO)   

Sobre los falsos deseos de la salvación.  



Punto 1°.- Unos son deseos vagos é indeterminados que permanecen sin efecto. Bien podremos decir: Quiero trabajar por mi salvación, ya es tiempo de pensar en ello y quiero ocuparme seriamente del único necesario mas no dirán: Es pues necesario que yo ponga desde hoy más orden y más arreglo en mis ocupaciones; que fije un tiempo para la oración, un tiempo para el trabajo y para todos los demás deberes de mi estado, debo pues aprovechar tal o cual ocasión para santificar mi vida con las buenas obras; debo renunciar para siempre a este pecado; y aplicarme a desarraigar este habito vicioso. Se quiere la salvación en general, sin poner los medios necesarios y particulares que nos conducen a ella.    

Punto 2°.- Otros son unos deseos limitados en la elección de los medios que se deben tomar para obrar su salvación. Estos medios son muy extensos, puesto que consisten: 1°. En la práctica de todos los deberes. 2°. En la reunión de todas las virtudes cristianas. 3°. En el alejamiento de todos los pecados y de todos los vicios. Ahora bien, ¿qué hacen la mayor parte de los hombres? No se dedican para obrar su salvación, sino a los deberes que menos les molestan, que son más conformes a su carácter y a su humor, y se dispensan de los otros. No reflexionan que una obediencia imperfecta a la ley de Dios, no nos hace dignos del cielo; porque basta hacer una sola excepción para hacernos indignos de él.  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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