lunes, 8 de febrero de 2016

MEDITACIÓN XL (9 DE FEBRERO)

MEDITACIÓN XL
(9 DE FEBRERO) 

Sobre la ilusión de que nos valemos para no dejar la ocasión del pecado.  




Punto 1°.- Estos pretextos son 1°. Pretextos de intereses. ¡Pues qué! ¿Es preciso que yo renuncie para siempre a un comercio que me es útil y ventajoso, que me parece absolutamente necesario para el progreso o el establecimiento de mi fortuna? Vano pretexto. No tenéis nada que os sea más preciso y más necesario que la salvación de vuestra alma. ¿Pues qué estoy obligado a afligir sensiblemente a unas personas que me han prestado particulares servicios, y a quienes las leyes de la probidad y del honor, tan sagradas como las de la religión me obligan a manifestar una eterna gratitud? Ilusión manifiesta. No hay ni puede haber ningún beneficio, ninguna gratitud que os obligue con perjuicio de vuestra salvación.    


Punto 2°.- Pretextos de urbanidad. Este cambio, decimos, esta ruptura, esta separación, hará hablar al mundo. Pretexto frívolo. Sí las relaciones han sido públicas y escandalosas, el escándalo no puede ser reparado sino por la publicidad de la separación; y si no lo eran, ¿cómo puede hablar el mundo de lo que ignora? Pero yo he prometido y exigido la promesa de que ya no habrá nada de criminal en estas relaciones. Pretensión quimérica. Mientras exista la misma ocasión, siempre será el mismo desorden.     

Oración Universal  

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).   

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción. 
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

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