miércoles, 24 de febrero de 2016

MEDITACIÓN LVI (25 DE FEBRERO)

MEDITACIÓN LVI
(25 DE FEBRERO)

Sobre la renuncia del mundo.



Punto 1°.- Hay un mundo al cual todo cristiano está obligado a renunciar. Este mundo es aquel por el cual Jesucristo no quiso rogar, non pro mundo rogo; este es el mundo de quien Satanás es dueño y soberano, prínceps hujus mundi. No es difícil conocerlo, pues está en todas partes donde reina la ambición, la avaricia, la impiedad, la molicie y la voluptuosidad. He aquí, el mundo al cual todo cristiano está obligado a renunciar; 1°. Por las obligaciones de su Bautismo. 2°. Por este precepto señalado en la epístola de san Juan: Nolite diligere mundum, no améis al mundo.   


Punto 2°.- ¿Cómo puede cumplirse con esta obligación cuando se vive en el mundo? Se puede ciertamente renunciar al mundo sin retirarse a un desierto. El apóstol san Juan no nos manda dejar el mundo sino que nos prohíbe amarlo. Y así se cumple con esta obligación llevando una vida diferente a la de los mundanos, detestando en el fondo del corazón sus vicios, sus falsas máximas, sus errores y sus preocupaciones. José cumplía con esta obligación, en la corte del Faraón, sirviendo con fidelidad al Dios de Jacob en medio de un pueblo idolatra; Ester la cumplía en la corte de Asuero diciendo: Tu scis necessitatem mean. Yo gimo oh Dios mío, por la necesidad que me obliga a vivir en mundo que no cesa de ofenderos.   

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

No hay comentarios:

Publicar un comentario