viernes, 19 de febrero de 2016

MEDITACIÓN LI (20 DE FEBRERO)

MEDITACIÓN LI
(20 DE FEBRERO)  

Sobre el pecado de escándalo.  



Punto 1°.- Considerad este pecado primeramente en sí mismo. No es posible, dice el Salvador, que deje de haber escándalos, pero hay de aquel por quien vienen: porque en primer lugar, comete un pecado directamente opuesto a la redención de Jesucristo, puesto que hace perecer a las almas que este Dios Salvador ha rescatado con su sangre. 2°. Se hace en cierto modo, el ayudante, el órgano y el ministro del demonio, que ha sido desde el principio el enemigo y el homicida de nuestras almas. Y notad que para cometer este pecado no es  de ninguna manera necesario el tener un designio formal y premeditado de pervertirlas: basta el conocer que nuestras palabras y nuestras acciones podrán apartarlas del camino de la salvación, si este motivo no os detiene, sois responsables delante de Dios de todo el horror y de toda la iniquidad del pecado de escándalo.    


Punto 2°.- Considerarle en sus consecuencias; Os hace responsables de todos los pecados de los cuales es la causa, puesto que no se habrían cometido sin el escándalo que habéis dado. ¿Y quién podrá imaginar su número? ¿Quién podrá descubrir toda la extensión de esta funesta propagación de iniquidad que se transmite algunas veces hasta los siglos venideros, y hasta la más remota posteridad? 

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

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