sábado, 20 de febrero de 2016

MEDITACIÓN LII (21 DE FEBRERO)

 MEDITACIÓN LII
(21 DE FEBRERO)

Sobre el pecado de escándalo considerado en aquellos que están especialmente obligados a edificar al prójimo por sus buenos ejemplos.  




Punto 1°.- Estos pecan más gravemente. Y así un hombre público, un hombre constituido en dignidad, y a quien su rango y su estado exponen continuamente a las miradas del mundo, peca más gravemente que un particular por el escándalo de su conducta, porque la impresión que hace es más fuerte, y los efectos de más trascendencia. Un padre y una madre que inspiran a sus hijos desprecio por la religión y por sus santas prácticas; un amo que hace a sus domésticos, testigos o cómplices de sus desordenes, son más culpables que otros por el escándalo de sus discursos y de sus acciones porque se sirven para de la ruina de las almas de un poder que Dios les ha dado sólo para su edificación.   


Punto 2°.- Están obligados a expiar su pecado por una reparación más pública. Los pecados secretos pueden ser expiados por una penitencia secreta: más cuando han sido públicos y escandalosos, no pueden ser ya reparados sino por una penitencia conocida y pública. Es preciso que aquellos a quienes habéis pervertido por vuestros malos ejemplos, aprendan de vos a arrepentirse de sus pecados, así como han aprendido a cometerlos. ¡Ah! No todos los que os han seguido en vuestros extravíos os imitaran en vuestra penitencia; pues más fácilmente se encuentran imitadores y discípulos en el vicio que en la virtud; y siempre os quedará que llorar amargamente sobre unos escándalos cuya reparación jamás será enteramente perfecta.  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

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