domingo, 14 de febrero de 2016

MEDITACIÓN XLVI (15 DE FEBRERO)

MEDITACIÓN XLVI
(15 DE FEBRERO)  

Sobre los actos propios de la caridad cristiana.



Punto 1°.- Unos actos son interiores y otros exteriores. Los actos interiores de la caridad cristiana son; 1°. Una alegría sincera de la felicidad y de la prosperidad de nuestro prójimo y un verdadero pesar de sufrimientos y aflicciones; 2°. Una fuerte inclinación a interpretar lo más favorablemente que sea posible, sus discursos y sus acciones, a menos que no sean evidentemente reprensibles; 3°. Una pronta disposición a sufrir sus faltas y a reconciliarse con él cuando nos ha ofendido; 4°. Finalmente, un afecto tan grande, que estemos prontos cuando las circunstancias lo exigen, a dar la vida por nuestros hermanos y a sacrificarnos por su salvación.   


Punto 2°.- Los actos exteriores, son; 1°. Una dulzura y una complacencia habitual en el comercio de la vida, fuera del caso que esta complacencia llevada al exceso pudiera hacernos culpables; 2°. Una extrema discreción en nuestros discursos, por cuidar en cuanto sea posible la reputación de nuestros hermanos; 3°. Una libertad pronta y generosa que no perdona nada por aliviarlos en sus necesidades y consolarlos en sus penas. Tal es el mandamiento nuevo que Jesucristo nos ha dado en su Evangelio; y estas son las señales por las cuales ha dicho que se reconocerían sus discípulos.  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

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