domingo, 23 de octubre de 2016

MEDITACIÓN CCXCVIII (24 de Octubre)

MEDITACIÓN CCXCVIII
(24 de Octubre)

De la devoción de preferencia y de sacrificio.



Punto 1°.- Esta es la que consiste en una práctica entera, generosa y habitual de la ley de Dios. Esta devoción puede suplir a la devoción sensible. No encontráis el mismo gusto y el mismo placer en el ejercicio de la oración o en una obra de piedad, que en las lecturas profanas o en algún otro entretenimiento; pero preferís, cuando es necesario, estos ejercicios de piedad a las ocupaciones más agradables, y estáis siempre dispuestos a sacrificar por Dios lo que os agrada más, a lo que os agrada menos; aún cuando no encontraráis gusto ni satisfacción sensible en lo que hacéis por él, siempre os lo tendrá en cuenta. Tenéd siempre la devoción de preferencia y de sacrificio, y estaréis en el camino de la salvación.  

Punto 2°.- La devoción sensible no puede suplir a la devoción de preferencia y de sacrificio. Si no sois humilde, paciente, caritativo, desinteresado, y mortificado, entonces la devoción que creéis sentir no es más que pura ilusión; esto es lo que Jesucristo quería darnos a entender cuando decía: No todos los que me dicen: Señor, Señor entrarán en el reino de los cielos; sino sólo entrará, aquel que haya hecho la voluntad de mí Padre. La devoción falsa y engañosa sólo consiste en palabras afectuosas pero estériles: lo único verdadero, sólido y necesario, es estudiar y cumplir fielmente la Ley del Señor.

Oración Universal


Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.


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