sábado, 15 de octubre de 2016

MEDITACIÓN CCXC (16 DE OCTUBRE)



MEDITACIÓN CCXC 
(16 DE OCTUBRE)

De las cualidades del verdadero celo.  




Punto 1°.- Esta debe ser según la ciencia, es decir, ilustrado y conducido por la sabiduría. 1°. Para proporcionarse a las condiciones de las personas, a su estado, a su carácter y a su talento; 2°. Para saber considerar su delicadeza y hasta sus caprichos, cuando puede hacerse sin faltar al deber; 3°. Para no confundir la condescendencia con la molicie ni el rigor con la firmeza; 4°. Para discernir a propósito lo bueno de lo mejor, el punto de obligación con el de perfección, a fin de contentarse con lo bueno, cuando lo mejor fuere impracticable o quizá peligroso; 5°. Para atacar los abusos de frente y con fuerza, cuando las circunstancias lo exigen, o para minarlos insensiblemente cuando no se puede abolirlos de un golpe sin ocasionar otros más grandes.

Punto 2°.- Debe ser según la caridad, a quien solo pertenece detener el celo en esos límites de moderación, de prudencia y de circunspección que lo hace agradable a Dios y útil al prójimo, porque sólo ella sabe contener los abusos y los excesos del falso celo. Estos abusos son: la impaciencia, la precipitación, los arrebatos, la acritud y la crueldad. La caridad los suprime porque es dulce, humilde, paciente, sin ambición, sin interés y sin acrimonia regocijándose del bien, oponiéndose al mal por sólo el amor de la virtud, y sin querer hacer que triunfen sus propios vicios.       



Oración Universal


Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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