lunes, 3 de octubre de 2016

MEDITACIÓN CCLXXVIII (4 DE OCTUBRE)



MEDITACIÓN CCLXXVIII  
(4 DE OCTUBRE)

De las oraciones de Jesucristo.




Punto 1°.- Estas oraciones deben ser el modelo de las nuestras, puesto que pedimos a nombre de Jesucristo; y que nuestras peticiones son infructuosas si Él no pide con nosotros. Veamos pues; 1°. Lo que Jesucristo pide para nosotros a su Padre; lo encontramos en la oración que hizo en otro tiempo por sus discípulos. Pidió primero, que se grabara el amor de Dios en su alma: Ut dilectio qua dilexisti me in ipsis sit (Jn 17:26; para que el amor que me tienes esté en ellos); segundo, que estuviesen siempre unidos entre sí por la unidad de la fe y por la de la caridad; Ut sint consummati in unum (Jn 17:23; para que lleguen a ser perfectamente uno); tercero, que fuesen santos en espíritu y en verdad: Santifica eos in veritate; cuarto, que viviesen en medio del mundo sin tomar parte en sus iniquidades: non rogo ut tollas eos de mundo, sed ut serves eos a malo (Jn 17:15; No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal).  

Punto 2°.- Debéis pues pedir a Dios: 1°. La gracia de amarle con preferencia a todo; 2°. La gracia de amar al prójimo como a vosotros mismos, pues estos son los dos más grandes preceptos de la ley; 3°. La gracia de llegar a ésa santidad pura y sin mancha, que resulta del cumplimiento pleno y entero de estos dos preceptos; 4°. Finalmente, la gracia de seguir en medio de los escollos y peligros del mundo, los rectos senderos de la justicia.  



Oración Universal


Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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