miércoles, 12 de octubre de 2016

MEDITACIÓN CCLXXXVII (13 DE OCTUBRE)



MEDITACIÓN CCLXXXVII 
(13 DE OCTUBRE)

Del homenaje que tributamos a Dios por el sacrificio.




Punto 1°.- Este es un homenaje de anonadamiento. Porque la víctima es destruida y consumida en el sacrificio, como para decir a Dios, por una especie de acción significativa: Señor, todo ser y toda substancia ha sido creada por vuestras manos, y no subsiste sino por vuestra voluntad; vos podéis destruirla y anonadarla cuanto os plazca, con más especialidad aun, que yo hago desaparecer esta víctima a vuestros ojos. Yo soy delante de vos una nada; soy delante de vos como si no fuera: Substantia mea tanquam nihilum ante te (Sal 38; 6b …mi subsistencia es como nada ante ti.). ¿Pues qué es lo que hago cuando asisto al sacrificio de la misa? Vengo a protestar a Dios que no dependo más que de Él y que estoy dispuesto a anonadarme en su presencia.  

Punto 2°.- Diferencia entre el sacrificio y la oración. La oración elevando nuestro espíritu a Dios, nos eleva en cierto modo sobre nosotros mismos, en lugar de que el sacrificio nos rebaja y nos anonada delante de Dios. Pues si la oración debe ir siempre acompañada de una humildad profunda, porque es una confesión de nuestra debilidad; cuánto no debemos humillarnos en el sacrificio, que debemos mirar como una confesión pública y solemne de nuestra nada.   



Oración Universal


Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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