jueves, 27 de octubre de 2016

MEDITACIÓN CCCI (27 de Octubre)

MEDITACIÓN CCCI
(27 de Octubre) 

Sobre la perfecta observancia de la ley de Dios.  


Punto 1°.- Todo aquel que habiendo guardado toda la ley, dice el Apóstol Santiago, la viola en un solo punto, es culpable como si la hubiera violado en todo, porque: 1°. Estaría realmente en la disposición de violar todos los artículos de la ley, si tuviera la misma inclinación por los pecados que no comete, como la tiene por los que comete. Si se siente inclinado a la avaricia, dice a Dios: dejadme mi apego a las riquezas, y os sacrificaré mi venganza. Si se siente inclinado a la sensualidad, le dice: dejadme el objeto de mis deseos y os sacrificaré mi envidia y mi ambición. Y si llegara a cambiar de inclinación cambiaría de sacrificios: el avaro renunciaría a las riquezas para ser vengativo; y el voluptuoso a los placeres para ser avaro.   

Punto 2°. Porque derriba el fundamento mismo de la obediencia que debemos a la ley. Esta obediencia está fundada en el amor de preferencia que debemos a Dios; en este gran precepto que nos obliga a darle el primer lugar en nuestro corazón. Todos los sacrificios que queremos ofrecerle para comprar el derecho de conservar una pasión en nuestro corazón, son pruebas del imperio que ésta tiene sobre nosotros, y por consiguiente una usurpación visible de los derechos de Dios, a quien debemos un amor que no sufre ni división ni excepción.


Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad


Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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