miércoles, 24 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXXXVIII (25 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXXXVIII
(25 DE AGOSTO)

De las peticiones que hacemos a Dios 
por las necesidades espirituales. 




Punto 1°.- Cuando nuestras peticiones tienen por objeto nuestras necesidades temporales, son casi siempre ciegas e inconsideradas, porque no sabemos lo que pedimos; y cuando tienen por objeto nuestras necesidades espirituales, son ordinariamente falsas y engañosas, porque no queremos sinceramente lo que pedimos. Pedís a Dios las gracia de vencer vuestros hábitos viciosos, pero no la queréis: porque si la quisierais sinceramente ¿no haríais algo para apoyar vuestra petición para con Dios? ¿No sabéis que os manda: 1°. Hacer lo que podáis: Iubet facere quod non possis; 2°. Pedir por medio de la oración, lo que no podéis: Petere quod non possis? Si os limitáis a hacer lo que podéis, sin recurrir a Dios para pedir lo que os falta, castigará vuestra presunción; y si os contentáis con pedir para lo que os falta, sin hacer lo que podáis, castigará vuestra cobardía.

Punto 2°.- La primera condición para ser escuchado, es querer sinceramente lo que se pide. ¿Queréis ser curado? Decía el Salvador del mundo al paralítico: Vis sanus fieri? Pedís a Dios la curación de vuestras debilidades; pero os dice como al paralítico: ¿Queréis sinceramente vuestra curación? ¿Estaríais contento con perder ése objeto que tanto idolatráis? Sin duda que no. Pues pedís vuestra salvación, y en el fondo no queréis sino vuestra perdición; queréis persistir en vuestros desórdenes, y no queréis hacer nada para salir de ellos: ésta es la verdadera disposición de vuestro corazón; en ella persistiréis y en ella moriréis



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario