domingo, 21 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXXXV (22 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXXXV
(22 DE AGOSTO)

Sobre el juicio de Dios.




Punto 1°.- Lo que pasará en el juicio que debemos sufrir después de la muerte, se encuentra expresado por estas tres palabras que causaron tanto terror al rey Baltazar, cuando estando en medio de un espléndido festín, vio una mano desconocida que las escribía sobre la pared: Mane, Thecel, Phares. El profeta Daniel fue llamado para interpretar estas palabras misteriosas, y dijo que significaban: Numera, pondera, divide: Contad, pesad, separad. Pues bien esto es lo que hará el Señor en su juicio: 1°. Contará exactamente todos los pecados de nuestra vida, numera; 2°. Los pesará en la justicia, pondera; 3°. Los comparará con nuestras virtudes y buenas obras, medirá la rareza y la insuficiencia de las unas, con la multitud y enormidad de las otras, divide.  

Punto 2°.- Para prevenir este juicio formidable, debemos pues; 1°. Contar exactamente nuestros pecados, numera, y por consiguiente, los pecados graves, los leves, los de omisión, los pecados ajenos que hemos excitado ú ocasionado por el escándalo de los nuestros; 2°. Pesarlos todos, en cuanto sea posible, según los diversos grados de su malicia y de su duración, no en la balanza del amor propio, sino en la de la justicia de Dios, pondera; 3°. Poner a un lado vuestras infidelidades, y del otro vuestras buenas obras, para compararlas, sin querer disminuir las unas ni exagerar el precio y mérito de las otras, divide. Estas tres condiciones son muy esenciales para ponerse en estado de acercarse con fruto al sacramento de la penitencia.  



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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