lunes, 29 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXLIII (30 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXLIII
(30 DE AGOSTO) 

Sobre las faltas que hacen un juicio temerario.




Punto 1°.- Hay juicio temerario cuando se juzga; 1°. Sin necesidad. 2°. Sin conocimiento. 3°. Sin equidad. Porque para que un juicio sea temerario se necesita en primer lugar que sea verdaderamente juicio: no basta que haya desconfianza y sospecha, sino que es preciso que se juzgue y se decida dentro de sí que tal persona es culpable de tales faltas, que está sujeto al vicio, o que no lo está. 2°. Notad que la necesidad, el conocimiento y la equidad, son tres condiciones tan esenciales al juicio, para que esté exento de temeridad que la falta de una basta para hacerlo temerario. 

Punto 2°.- Se dirá quizá que la virtud es tan rara entre los hombres, que juzgando siempre mal de sus intenciones y de su conducta, no se corre ningún riesgo de hacer un juicio temerario. Más para que esta máxima fuese verdadera, sería necesario; 1°. Que todos los hombres fuesen igualmente viciosos. 2°. Que la conducta y las acciones de los que lo son, fuesen siempre igualmente malas, lo que es evidentemente falso; porque es cierto: 1°. Que no todos los hombres son igualmente viciosos; 2°. No es menos cierto que la conducta y las acciones de los que son viciosos no siempre son igualmente malas; así es que nos exponemos a hacer muchas veces juicios temerarios, cuando juzgamos siempre mal de sus intenciones y de su conducta.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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