domingo, 7 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXXI (8 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXXI
(8 DE AGOSTO)

Sobre la humildad de los santos.




Punto 1°.- Esta nos parece excesiva en cuanto a que se consideran como los más grandes pecadores; aunque estén elevados al colmo de la santidad; pero tienen muchas razones para pensarlo así 1°. Si no son grandes pecadores por su voluntad, lo son por su debilidad; puesto que no hay crimen, por enorme que sea, cometido por un hombre, del cual otro hombre no fuese capaz si Dios le abandonase a sí mismo. Caminamos por la pendiente del abismo, siempre prontos a caer en él, si Dios no nos tiende la mano. Debemos pues mirarnos todos como pecadores, porque en efecto, no somos ni seríamos otra cosa por nosotros mismos sino pecadores; y llegaríamos a serlo aún a cada momento, si el Señor no nos sostuviese por su gracia.

Punto 2°.- Piensan, y con razón que no debe uno preferirse a nadie en el orden de la gracia, puesto que este orden nos está oculto. ¿Qué sabéis, en efecto, si el que miráis como un gran pecador, no llegará a ser muy pronto más justo que vos, y si no lo es ya delante de Dios? ¿Qué sabéis lo que Dios ha obrado en su alma desde ayer, o desde hace un momento? Porque es fácil a Dios, dice el Sabio, enriquecer al pobre en un instante; no tiene más que dirigir sobre él una mirada de misericordia, puede de las mismas piedras suscitar hijos de Abraham, puede de un publicano y de un perseguidor de su Iglesia hacer un apóstol y un predicador de su nombre; no tiene más que llamarle como a San Mateo, derribarle como a San Pablo, o cambiar su corazón como el de Magdalena.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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