sábado, 6 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXX (7 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXX
(7 DE AGOSTO) 

Sobre la práctica de la humildad cristiana.




Punto 1°.- Las ocasiones de practicar esta virtud no son raras; pues se encuentran todos los días en el mundo. Sucederá que todo lo que tiene relación con la satisfacción de los demás, sucederá según sus deseos, y nada de lo que concierne a la vuestra saldrá bien. Escucharán a los otros con admiración, recibirán por todas partes señales de estimación, y seréis contados por nada; obtendrán fácilmente todo lo que pidan, y a vos se os negará todo; serán buscados con empeño, y vos permaneceréis en el olvido; descansarán en ellos de todos los negocios, y os mirarán a vos como un hombre inútil. Estas son otras tantas ocasiones que se os presentan de practicar la humildad cristiana.

Punto 2°.- Pero es raro que se aprovechen estas ocasiones. ¿Cómo se portan los mundanos cuando se les manda alguna cosa con imperio y con mal humor, cuando se oponen a sus pretensiones, y cuando los acontecimientos no corresponden a sus esperanzas? ¿Cómo reciben los consejos que se les dan, y las reprensiones que se les hacen? Se arrebatan, se irritan, se entristecen y se angustian. ¿No estarían más tranquilos, no serían más felices si fuesen humildes?   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario