jueves, 11 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXXV (12 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXXV
(12 DE AGOSTO) 

Sobre las diversiones a las cuales está uno sujeto por su estado.




Punto 1°.- Hay personas en el mundo para con las cuales está uno obligado, por estado a tener asiduidad y complacencias indispensables. Estas son muchas veces espíritus ligeros y frívolos, que no saben ocuparse, y que emplean la mayor parte de su tiempo en entretenimientos inútiles: más si estos entretenimientos no tienen nada de por sí, que sea contrario a la Ley de Dios, y si toma uno parte en ellos por las reglas de su estado, se puede y se debe tomar parte con moderación y con la mira de agradar a Dios. Quisierais mejor otras ocupaciones más útiles; pero Dios no las quiere para vos, puesto que os apega a pesar vuestro a unos objetos menos sólidos. No es pues ni el gusto ni ninguna pasión lo que os conduce allí, sino el deber; y para vos eso es menos placer que sujeción.   

Punto 2°.- El que hace por Dios aun las cosas más indiferentes, no cesa de hacer la obra de Dios. Muchos al entregarse a Dios, piensan más bien en llenar su vida de ciertas acciones difíciles y extraordinarias, que en purificar su intención, y en mortificar su voluntad propia en las acciones más comunes de su estado; pero sería mejor cambiar menos las acciones, y cambiar más las disposiciones interiores del alma. Dios no se paga ni del movimiento de los labios, ni de la humilde actitud del cuerpo, ni de las ceremonias exteriores: lo que pide principalmente, es una voluntad dócil en sus manos, que quiera sin reserva todo lo que Dios quiere, y que jamás quiera, bajo ningún pretexto, nada de lo que Dios no quiere.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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