sábado, 27 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXL (27 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXL
(27 DE AGOSTO)

Sobre la desconfianza.




Punto 1°.- Desconfiad de los hombres decía el Salvador a sus discípulos: Cavete at hominibus, no en el trato ordinario de la vida, sino en todo lo que sea negocio, interés, promesa y compromiso. Porque en primer lugar, os dicen muchas veces todo lo contrario de lo que piensan porque son naturalmente engañadores y disimulados: Dominis homo mendae. Y lo son mucho más todavía, cuando tienen grandes intereses que resguardar. Así, debéis medir vuestra desconfianza y vuestras precauciones, según el mayor o menor interés que tengan en persuadiros y agradaros.  

Punto 2°.- La desconfianza ilustrada, que no se extiende ni a toda clase de ocasiones, ni a toda clase de personas, no tiene nada de contrario a la simplicidad cristiana. Es verdad que Jesucristo nos dice: sed sencillos como las palomas: Estate simplices sicut columbae. Pero añade al mismo tiempo: Sed prudentes y avisados como las serpientes: Estate prudentes sicut serpentes. Es decir: No deis nunca a los hombres ningún motivo de desconfiar de vuestra sinceridad, pero desconfiad muchas veces de la suya, sed siempre sinceros, sencillos y sin artificio con ellos más creáis que ellos lo serán siempre con vosotros: por lo uno, imitaréis la sencillez de la paloma, y por lo otro, la prudencia de la serpiente.  



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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