martes, 9 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXXIII (10 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXXIII
(10 DE AGOSTO) 

Sobre las diversiones del mundo.  




Punto 1°.- Hay algunas diversiones permitidas: y son aquellas que pueden ser miradas como un descanso legítimo, respecto al trabajo pasado, y como disposición y preparativo para el trabajo futuro. Así es que las diversiones no son permitidas sino en cuanto son necesarias: he aquí la medida. Todo lo que va más allá, toda diversión que viene a ser una ocupación constante y habitual, que no ha sido precedida, y que no debe ni puede ser seguida de ninguna especie de trabajo, es contraria al designio de Dios, y por consiguiente es prohibida.

Punto 2°.- Las diversiones, aun las permitidas, llegan a ser muchas veces criminales por su exceso. Todo exceso es un vicio; y la misma virtud que es la regla de todo bien, llega a ser condenable, tan luego como es excesiva. Debemos saber, dice el apóstol, pero debemos saber con sobriedad, y el que quiere saber más de lo justo nada sabe absolutamente, porque la sabiduría es esencialmente un estado de razón, y por consiguiente, de moderación. Mas si para ser sabio es necesario serlo sin exceso, con mucha más razón será necesario evitar el exceso para divertirse como sabio. Ahora bien, ¿Quién es el que lo evita en el uso de las diversiones aun permitidas?      



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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