lunes, 26 de septiembre de 2016

MEDITACIÓN CCLXXI (27 DE SEPTIEMBRE)



MEDITACIÓN CCLXXI
(27 DE SEPTIEMBRE)

De la continua atención a la presencia de Dios. 



Punto 1°.- Esta atención es el verdadero medio de santificar todas nuestras acciones; porque ¿Cómo nos atreveríamos a pecar en la presencia de nuestro Amo y nuestro Juez, de un Amo y un Juez omnipotente? Mejor quiero morir, decía la casta Susana, que pecar en presencia de mi Dios… El Señor estaba sin cesar presente a mis ojos, decía el Profeta, porque sé que está siempre a mi derecha para sostenerme. ¡Qué respeto, qué sumisión y qué reserva me inspira la vista de un monarca temido de sus súbditos! ¡Pues qué impresión no debe hacer en un corazón cristiano la presencia de un Dios!   

Punto 2°.- Esta atención es el verdadero medio de orar siempre. Jesucristo y sus apóstoles nos mandan orar sin cesar, sin descanso y sin interrupción. ¿Pues quién será el que cumple mejor con este deber, sino el que este continuamente atento a la presencia de Dios? Un cristiano ora sin cesar, dice san Hilario, cuando por las obras agradables a Dios, hechas siempre por su gloria y santificadas por su presencia, toda su vida viene a ser una serie continua de alabanzas, de bendiciones, de oraciones y de acciones de gracias; todo lo que la religión y el deber le prescriben, lo hace bajo las miradas de Dios; lo hace con el auxilio de la protección de Dios; y por esto está siempre en oración y en unión con Dios.  



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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