viernes, 9 de septiembre de 2016

MEDITACIÓN CCLIV (10 DE SEPTIEMBRE)

MEDITACIÓN CCLIV
(10 DE SEPTIEMBRE)

Sobre los motivos de nuestras murmuraciones.  



Punto 1°.- La murmuración, decís, no es para mí sino un simple entretenimiento, sin ningún designio de perjudicar, pero este motivo no os justifica. Porque si tendremos que dar cuenta en el juicio de Dios de una palabra ociosa; si es digno de un eterno castigo el que ha dicho a su hermano una palabra de desprecio, ¿cómo no ha de castigar el Señor conversaciones enteras que no fueron más que un tejido de murmuraciones? ¿Pues qué es permitido exponer a un hombre al desprecio de toda una reunión? ¿Qué caridad se alegra del mal? ¿No dice san Pablo en términos formales, que los murmuradores no tendrán parte en el Reino de Dios? Y, ¿no parece que los pone en el mismo lugar que los idólatras y los adúlteros?  


Punto 2°.- Es raro que el sólo deseo de divertirnos sea el motivo de nuestras murmuraciones. Porque ¿no habéis notado que hay siempre algunas personas acerca de las cuales vuestro espíritu se divierte de buena gana y se chancea más agradablemente que respecto de otras? ¿Y de dónde viene esta diferencia, si no de que entra en vuestras murmuraciones un sentimiento de odio y de envidia, que las inspira y las anima? Estas personas no formarían el asunto ordinario de vuestras murmuraciones, si sus talentos, su reputación y su mérito, no os lastimasen, aún más que sus defectos; y no tendríais tanto placer en criticar sus lados débiles, si todo el mundo no estuviese de acuerdo en encontrarlas muy estimables.    

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario