miércoles, 14 de septiembre de 2016

MEDITACIÓN CCLIX (15 DE SEPTIEMBRE)



MEDITACIÓN CCLIX
(15 DE SEPTIEMBRE)

Sobre los discursos impíos.




Punto 1°.- Estos discursos forman muchas veces parte de las conversaciones del mundo. La murmuración no las ocupa de tal manera, que no se encuentre todavía el secreto de sembrar en ellas algunos rasgos de irreligión. Vosotros, decís, estáis muy lejos de aprobar semejantes discursos; pero no tenéis el valor de imponer silencio a los que los tienen en vuestra presencia: os causan horror, pero ocultáis vuestros sentimientos, por temor de pasar por un espíritu débil; teméis la censura de los impíos, y queréis conservar la estimación y el afecto de los mismos a quienes más despreciáis. ¡Ah!, tal vez habéis tenido algunas veces la debilidad de aplaudirles, por lo menos tácitamente, con señales de complacencia y de aprobación.    

Punto 2°.- No es permitido a un cristiano escuchar tranquilamente los discursos que atacan a las verdades de la fe. En estas ocasiones es necesario: 1°. Que defienda estas verdades con sus palabras.; 2°. Que su religión brille imponiendo silencio a los que la atacan, si tiene autoridad para hacerlo; y si no la tiene, que por lo menos su pesar y disgusto se manifiesten en su semblante. Es preciso que se lean en cierto modo en sus ojos, las grandes verdades de que su alma está llena, y que se eche de ver un horror religioso, un dolor amargo y profundo, que diga a esos impíos: Yo soy cristiano y no me avergüenzo del Evangelio.    



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario