martes, 5 de abril de 2016

MEDITACIÓN XCVII (6 DE ABRIL)

MEDITACIÓN XCVII
(6 DE ABRIL) 

Sobre la verdadera penitencia.



Punto 1°.- ¿En qué consiste la verdadera penitencia? Si la consideráis en su naturaleza, consiste en una detestación voluntaria del pecado considerado como ofensa a Dios, junta con la resolución de repararlo, expiarlo y tomar todas las precauciones necesarias para no volverlo a cometer. Notad, 1°. Que esta detestación no es una simple interrupción un simple disgusto del pecado; sino un odio, una aversión dolorosa y acompañada de arrepentimiento y de pesar; 2°. Que esta detestación no es un disgusto pasajero y compatible con la recaída y vuelta al pecado, puesta que debe estar junta con la resolución de repararlo por medio de obras expiatorias, y de destruirlo por los remedios y las precauciones convenientes; 3°. Que esta detestación no considera al pecado respecto a su deformidad, su fealdad, y a los inconvenientes temporales y humanos que puede producir, sino que lo considera como ofensa de Dios. He aquí lo que la verdadera penitencia nos hace aborrecer y detestar en el pecado.


Punto 2°.- Si la consideráis en su extensión, se extiende a todos los pecados sin excepción. ¿Conservas todavía apego por un solo pecado? Pues no sois un verdadero penitente; vuestra penitencia no es más que una disposición contradictoria por la cual os volvéis al mismo tiempo a Dios y contra Dios; os volvéis a Dios para amarlo renunciando a algunos pecados; y contra Dios para ultrajarlo, permaneciendo apegado a los otros.  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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