viernes, 15 de abril de 2016

MEDITACIÓN CVII (16 DE ABRIL)

MEDITACIÓN CVII
(16 DE ABRIL)

Sobre la reparación del pecado.  



Punto 1°.- Esta reparación es absolutamente necesaria. Porque no basta llorar su pecado, detestarlo, y renunciar a él para siempre; sino que es necesario también repararlo por obras directamente contrarias al pecado; sin esto, cualquier testimonio que podáis dar de vuestra conversión a Dios, remedáis la penitencia, según la palabra de san Agustín: pero no la hacéis; Non agitur poenitentia, sed fingitur.  Si habéis usurpado los bienes ajenos, o los poseéis injustamente, es preciso restituirlos; si habéis hecho sentir a otros los efectos de vuestro odio, es preciso que experimente los de vuestra caridad. En esta reparación generosa es en lo que se reconoce la verdadera penitencia, todo lo demás no es más que la corteza, la reparación es el fruto, y por el fruto se juzga del árbol.

Punto 2°.- Dos cualidades esenciales de la reparación del pecado. 1° Debe ser proporcionada a la ofensa, y por consiguiente, si el pecado ha sido público, la publicidad de la reparación debe igualar en cuanto sea posible el escándalo del pecado. 2° Debe aplicarse a los mismos objetos que el pecado. No se repara la calumnia por la oración; la injusticia por la limosna; ni la venganza por la austeridad. Ninguna regla permite devolver precisamente a Dios lo que se ha robado al prójimo ni aplicar a la caridad lo que se debe a la justicia

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

No hay comentarios:

Publicar un comentario