domingo, 17 de abril de 2016

MEDITACIÓN CIX (18 DE ABRIL)

MEDITACIÓN CIX
(18 DE ABRIL)  

Del Sacramento de la penitencia



Punto 1°.- Cuan provechoso es acercarse a él con frecuencia. La obligación que este Sacramento nos impone de entrar dentro de nosotros mismos y examinar el estado de nuestra conciencia para dar cuente de ella al ministro de Jesucristo, es un freno capaz de detenernos. Porque entonces escuchamos la voz de nuestra conciencia, de ese juez interior que apenas podemos oír en medio de la turbación y la disipación del mundo. Y también porque descubriendo las llagas de nuestra alma a aquel que Dios nos ha dado, o que hemos escogido por guía en el camino de la salvación, le facilitamos el que ilumine nuestra conciencia, y nos haga avergonzar de nuestros extravíos. Y ¿qué cosa más a propósito para fijar nuestra ligereza natural, que este comercio íntimo y religioso en el cual se emplea por una parte la sinceridad, la rectitud, la confianza y la docilidad, y por la otra una autoridad divina, una sabiduría tomada en la ley de Dios, y por consiguiente superior a la del mundo?


Punto 2°.- Cuán peligroso es alejarse de este Sacramento. Desgraciados de vosotros si la confesión os molesta, os repugna, si la miráis como una sujeción penosa, como un yugo odioso e insoportable, y si el disgusto que os inspira, os hace alejaros de ella; pues manifestáis con esto que tenéis poco amor de Dios, poco deseo de adquirir o de conservar la pureza del corazón, y por consiguiente, poco celo por la salvación de vuestra alma; os asemejáis a un enfermo que fuera tan enemigo de sí mismo que temiera descubrir sus llagas por temor de ser curado. Mientras más nos alejamos de la confesión, más nos relajamos, nos acostumbramos al pecado, y nos acercamos más a la impenitencia.  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor

No hay comentarios:

Publicar un comentario