martes, 28 de agosto de 2012

LA REVOLUCIÓN (1)


LA REVOLUCIÓN
Mons. de Segur 

EL TRADUCTOR

He emprendido la traducción de esta obrita con el fin de proporcionar a las personas que no pudieran leerla en su lengua original, la ocasión de estudiar y meditar las verdades que encierra. Estas son de la mayor importancia y de actualidad. Además, creo que hasta el día no se habrán escrito muchos folletos que en tan poco espacio digan tanto y tan bueno. 

He procurado atenerme, en cuanto ha sido posible, al texto, y espero del benévolo lector disimulará las faltas que pueda encontrar en mi trabajo. Mi único y más vivo deseo sería que la lectura del mismo produjese buenos frutos en beneficio de la sociedad y de mi patria. 

P. M. de L.   Verbum caro factum est 1864 

PROLOGO DEL AUTOR.

A Los Jóvenes.

A esos dedico estas páginas, por dos razones: la primera, porque su inteligencia todavía no está maleada por doctrinas perversas; y la segunda, por ser ellos, en lo porvenir, la esperanza de la Iglesia y de la Francia. 

La adolescencia es la edad decisiva de la vida. Durante su periodo se forman la inteligencia y el corazón, y toman, como la fisonomía, un carácter, una forma que ya nunca pierden. El Soberano Hacedor lo dijo: Adolescens juxta viam suam etiam cum senuerit, non recedit ab ea.

Los jóvenes entran en un mundo que ando como un navío a la merced de las olas, porque ya le faltan principios, y porque desde hace más de un siglo a esta parte, la enseñanza incoherente de mil falsos doctores lo aleja mas y mas de la fe y del sentido común. Ellos leerán en los papeles públicos, verán por doquiera tantas locuras y mentiras, que serán arrastrados infaliblemente, si no tienen, para defenderse, principios verdaderos y sólidos.

No pretendo tratar en este corto trabajo todo lo que ofrece esta cuestión; mi único objeto es hacer comprender claramente a mis jóvenes lectores: I.°, lo que es la Revolución; el por qué y el cómo, la Revolución es la gran cuestión religiosa de nuestra época; 2.°, lo que son realmente los principios proclamados en 1789, y cuáles son las ilusiones que pueden arrastrarnos al error revolucionario; en fin, cuales son los deberes de los verdaderos cristianos en este siglo de trastornos y ruinas que estamos atravesando.

Ajeno a todo partido político, me concreto a una exposición razonada de principios, del punto de vista mas importante de todos, el de la fe, y cada cual podrá sacar fácilmente la conclusión práctica, aplicando estos principios según pueda.

Nada mas práctico para vosotros, jóvenes, que estas nociones abstractas en apariencia; nada mas necesario para vosotros, pues, a vosotros, jóvenes buenos y honrados, sabedlo bien, a vosotros principalmente dirige sus tiros la Revolución, para haceros marchar contra Dios. Ella ha dicho, en un escrito oficial: “A la juventud hemos de seducir y arrastrar bajo nuestras banderas, sin que ella lo conozca.”

Ya lo oís: os quieren seducir y perder; yo quisiera guiaros. El único antídoto para el veneno que os preparan, es la verdad. Lo que hace tan vulnerable a la sociedad moderna, es la falta de principios; esta falta, ante todo, a los hombres de buena fe, que son muchos. Y vosotros, jóvenes, que dentro de poco seréis la fuerza viva de esta sociedad caduca, vuestra misión es la de conduciros mejor que vuestros padres, y valeros de todos los medios para salvarla.

Y suplico meditéis sobre las verdades que he reasumido aquí para vosotros. Las entrego con roda confianza a vuestra buena fe y buen deseo, y sentiría mucho hubiese algún joven católico que no comprendiera su importancia.

El Sumo Pontífice ha bendecido este trabajo desde que lo emprendí. Espero que esta sagrada bendición se extienda a cada uno de mis lectores y suplirá- la imperfección de mis palabras.  

I. LA REVOLUClÓN.- LO QUE NO ES 

Esta palabra es muy elástica, y se abusa de ella a cada paso para seducir la inteligencia de los hombres.  

La revolución en general es un cambio rápido que se hace en las costumbres, ciencias, artes o letras, y, sobre todo, en las leyes y los gobiernos de las sociedades. Pero en Religión y política es el triunfo, el desarrollo completo de un principio subversivo de todo el antiguo orden social.

Por lo regular, la palabra Revolución se toma en mal sentido; sin embargo, esta regla tiene sus excepciones. . Así se dice. "El cristianismo causó una gran revolución en el mundo;” y esta revolución fue muy provechosa. Lo mismo se dice; “En tal o cual país ha estallado una revolución, que lo ha pasado todo a sangre y fuego.” Esto también es revolución; pero una revolución muy mala.  

Hay una diferencia entre una revolución y lo que desde hace un siglo se llama LA REVOLUCION. En todos tiempos hubo revoluciones en la sociedad humana, mientras que la Revolución es un fenómeno del todo moderno, nunca visto.

Muchos son los que creen [porque así lo leen en los periódicos] que todos los adelantos en industria, comercio, bienestar; que todas las invenciones modernas en artes y ciencias desde sesenta años acá; muchos creen, repito, que todo esto se debe a la Revolución; que sin ella, no tendríamos telégrafos ni ferrocarriles, ni vapores, ni máquinas, ni ejércitos, ni instrucción, ni gloria, en una palabra que sin la revolución todo estaría perdido  y que el mundo volvería a las tinieblas. 

Nada más falso. Si en tiempo de la Revolución se hizo algún progreso, no por esto le causó ella. El gran sacudimiento que ha impreso al mundo entero, habrá precipitado sin duda el desarrollo de la civilización material, en algunas cosas; pero en cambio lo ha detenido en muchas otras. Lo cierto es que la Revolución, considerada en sí misma, nunca ha sido el principio de ningún progreso.  

Tampoco ha sido, como se nos quiere hacer creer, la libertad de los oprimidos, la supresión de abusos inveterados, el mejoramiento y progreso de la humanidad, el esparcimiento de luces y conocimientos, la realización de todos las aspiraciones generosas de los pueblos, ete., etc; y de esto nos convenceremos cuando la conozcamos a fondo.    

Tampoco debe creerse que la Revolución sea el grande hecho histórico y sangriento que ha trastornado la Francia y aun la Europa al concluir el último siglo. Este hecho, mirado tanto por parte de su moderación como en sus excesos más espantosos, solo ha sido un fruto, un producto de la Revolución, que en sí, es más bien una idea, un principio, que un hecho. Es muy importante no confundir estas cosas. ¿Qué es, pues, la Revolución?

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