IV. QUIEN ES EL
VERDADERO PADRE DE LA REVOLUCIÓN Y CÓMO NACIÓ ÉSTA
Hay
en la Revolución un misterio, un misterio
de iniquidad, que los mismos revolucionarios no pueden comprender, porque solo la fe puede explicarlo, y a ellos
les falta la fe.
Para
comprender la Revolución es preciso remontarse hasta el padre de toda rebeldía, hasta aquel que el
primero se atrevió a decir, y tiene la osadía de repetir hasta la consumación
de los siglos a su Dios y Señor: Non
serviam: Yo no obedeceré.
Sí;
Satanás es el padre de la Revolución.
Esta es obra suya, comenzada en el cielo, y que viene perpetuándose entre los
hombres de edad en edad. El pecado original, por el cual nuestro padre Adán se
rebelo contra Dios, introdujo en el mundo, no diré absolutamente la Revolución,
pero si el espíritu de orgullo y de
rebeldía, que son su principio: desde entonces el mal fue aumentando de
cada día hasta la aparición del cristianismo, que lo combatió y obligó a
retroceder.
El renacimiento
pagano, mas tarde Lutero y Calvino, y, en fin, Voltaire y Rousseau, han vuelto
a enaltecer el poder maldito de Satanás, su padre, y este poder, favorecido por
los excesos del cesarismo, este poder recibió en los principios de la Revolución
francesa una especie de consagración, una constitución que no había tenido
hasta entonces, y que hace decir con justicia que la Revolución nació en
Francia en 1789.
En
1793 decía el feroz Baboenf: “La Revolución de Francia no es más que la
precursora de otra Revolución mucho más grande, mucho más solemne, y que será
la última.”
Esta
Revolución suprema y universal es la REVOLUCIÓN.
Por
primera vez después de sus mil años ha tenido la osadía de tomar, a la faz del cielo
y de la tierra, su verdadero y satánico nombre: La Revolución, que es como decir rebeldía completa y perpetúa.
Ella
tiene por lema, como el demonio la famosa palabra Non Serviam. Es satánica en su esencia, y aspirando a derribar todas
las autoridades, tiene por fin postrero
la destrucción total del reino de Jesucristo en la tierra. La Revolución, no hay que olvidarlo, la Revolución
es ante todo un misterio del orden religioso, es el ANTICRISTIANISMO.
Así
lo hace constar en su Encíclica de 8 de Diciembre de 1849 el Soberano Pontífice
Pio IX: “La Revolución, dice, es inspirada
por el mismo Satanás. Su objeto es destruir completamente el cristianismo, y
reconstruir, sobre sus ruinas, el orden social del paganismo.” Amonestación
solemne, confirmada al pié de la letra
por la Revolución misma. “Nuestro objeto final, dice la instrucción secreta de la Venta
Suprema, nuestro objeto final es el mismo de Voltaire y de la Revolución
francesa: Aniquilamiento y destrucción
completo del catolicismo, y hasta de la idea cristiana."
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