viernes, 28 de septiembre de 2012

LA REVOLUCIÓN (7)


Por Mons de Segur

VII. ¿CUALES SON LAS ARMAS ORDINARIAS DE LA REVOLUCIÓN? 

Ella misma lo ha dicho y lo ha probado muy a menudo. “Para combatir los príncipes y los santurrones, todos los medios son buenos: todo está permitido para anonadarlos: la violencia, la astucia, el fuego y el hierro, el veneno y el puñal: el objeto santifica los medios (carta de un revolucionario a un francmasón).” Ella se hace todo, para unir todo el mundo con su causa. Para pervertir los cristianos, para extirpar el espíritu católico, se sirve de la educación, que malea; de la enseñanza, que envenena; de la historia, que falsifica; de la prensa, de la que hace el uso que todos saben (calumnia); de la ley, cuyo traje adopta; de la política, a quien inspira; de la Religión misma, de la cual toma algunas veces las exterioridades para seducir las almas. Se sirve de las ciencias, y encuentra medio de que estas se rebelen contra el Dios de las ciencias; se sirve de las artes, las cuales bajo su influencia mortal producen la perversión de las costumbres públicas y la deificación de la sensualidad. 

A Satanás, con tal que logre su objeto, poco le importan los medios que emplea. No es tan escrupuloso como se cree, y sus amigos tampoco lo son.  

Sin embargo, puede decirse que el carácter principal de los ataques de la Revolución contra la Iglesia es la audacia y la mentira. Por la audacia hace flaquear el respeto al Papado, vilipendia a nuestros Obispos y Sacerdotes, bate en brecha las instituciones católicas más veneradas: y con la mentira, repetida sin rebozo, prepara la ruina de las sociedades, fascinando las masas, siempre poco instruidas y poco acostumbradas a sospechar de la buena fe de los que les hablan.  

Sobre mil personas seducidas por la Revolución, novecientos noventa y nueve son víctimas de esta táctica odiosa. ¡Ay de ella! ¡Ay de vosotros, seductores de los pueblos, que empleáis la energía que Dios os concedió para servir a la sociedad en provecho de la mentira! Hijos de la Revolución, no teméis llamar mal al bien, y bien al mal; sobre vosotros cae aquel terrible anatema: Vae qui dicítis malum bonum, et bonum malum! Vae genti insurgenti super genus meum!   

Pero ¿es cierto que la Revolución sea tan perversa? ¿Es cierto que conspira de este modo contra Dios y contra los hombres? Escuchad sus propias confesiones, escuchad sus proyectos dignos del infierno. 


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