sábado, 15 de septiembre de 2012

LA REVOLUCIÓN (5)


Por Mons de Segur

V. ¿QUIEN ES EL REVOLUCIONARIO POR EXELENCIA? 

Es nuestro Señor Jesucristo en el cielo, y, en la tierra y el Papa su Vicario. La historia del mundo es la historia de la lucha gigantesca entre los dos jefes del ejército. 

De una parte, Jesucristo con su Santa Iglesia; de la otra, Satanás con todos los hombres que pervierte y reúne bajo la bandera maldita de la rebelión. El combate fue terrible en todos tiempos; nosotros vivimos en una de esas épocas más peligrosas, que es la de la seducción de las inteligencias y de la organización de aquello que, delante de Dios, no es más que desorden y mentira.

El Papa y la Iglesia se encuentran ahora, como siempre, sobre la brecha defendiendo la verdad y la justicia, para con todos y contra todos, aborrecidos de muerte por los revolucionarios de toda clase, cuyas tramas y proyectos perversos descubren y desbaratan. 

Uno de nuestros más ilustres Prelados, estando para morir, hizo ver ya en otro tiempo el odio y los proyectos de la Revolución contra el Soberano Pontífice. “El Papa, escribía con mano trémula, el Papa tiene un enemigo, la Revolución: ese enemigo implacable cuyo furor no pueden mitigar los mayores sacrificios, y con el cual es imposible transigir. Al principio solo se pedían por ella reformas, hoy ya no la bastan estas. Quitad a la Santa Sede la soberanía temporal, mutilad la obra admirable que Dios y la Francia acabaron hace mas de mil años; echad pedazo a pedazo en manos de la Revolución todo el patrimonio de San Pedro: más aun con esto no habréis satisfecho, no habréis desarmado la Revolución. La ruina de la existencia temporal de la Santa Sede, más bien que un fin, es un medio para llegar a una destrucción mayor.

La existencia divina de la Santa Sede y de la Iglesia, eso es lo que se quiere aniquilar, y de tal manera, que ni aun vestigio quede de ella. ¿Qué importa, al fin, que la débil dominación cuyo asiento es Roma y el Vaticano, quede circunscrita en límites mas o menos estrechos? ¿Qué importan Roma y el Vaticano? Mientras que haya sobre la tierra, o debajo de ella, en un palacio o en una mazmorra, un hombre delante de quien se prosternen doscientos millones de hombres como delante del representante de Dios, la Revolución perseguirá a Dios en este hombre.

Y si acaso en esta guerra impía no habéis tomado con resolución el partido de Dios contra la Revolución; si capituláis, los medios por los cuales habréis intentado contenerla o moderarla, no habrán servido sino para dar fuerza á sus ambiciones sacrílegas y exaltar mas y mas sus salvajes esperanzas

“Fuerte por vuestra debilidad, contando con vosotros como con sus cómplices, ¿qué digo? como con sus esclavos, ella os mandará la sigáis hasta el término de sus empresas abominables. Después de haberos arrancado concesiones que habrán consternado al mundo, todavía exigirá de vosotros obras que espantarán vuestra conciencia.

No exageramos hablando así. La Revolución, mirada no por su parte accidental, sino por aquello que constituye su esencia, es una cosa con la que nada puede compararse, en la serie larga de las revoluciones por las cuales ha pasado le humanidad desde el origen de los tiempos, y que vemos desarrollarse en la historia del mundo.
La Revolución es la insurrección mas sacrílega que ha armado la tierra contra el cielo; es el esfuerzo más grande que haya intentado el hombre, no solo para separarse de Dios, sino para ponerse en lugar de Dios."

La Revolución no ataca al Papa- Rey sino para acabar más seguramente con el Papa- Pontífice. Comprende como nosotros, que el Papa- Rey es el Papa independiente en lo material; es el Papa libre para decir todo la verdad, y para fulminar su anatema contra los despojadores y los déspotas, sea cual fuere su potestad y rango. La Revolución, que bajo la máscara de libertad o igualdad no es otra cosa sino el despojo y el despotismo, no puede tolerar la soberanía pontifical, cuya existencia es para ella cuestión de vida ó muerte.   

El Papa, Vicario de Jesucristo, es el enemigo nato de la Revolución. Los obispos fieles y los sacerdotes formados según el corazón de Dios participan con El de esta gloria y de este peligro. Ellos viven en medio de los hombres, como personificación de la Iglesia y de la ley de Dios; y por esto mismo son el blanco del odio revolucionario. El despojo del dominio temporal seria el golpe postrero dado a la última raíz, que, por la propiedad, liga la Iglesia al suelo de Europa.

M. Bonald decía hace treinta años: “La Religión pública está perdida en Europa, si no tiene propiedad; la Europa está perdida si no tiene religión pública.”

Uno de los jefes de la Venta Suprema de la Alta Italia, escribe: “Es preciso descatolizar al mundo: conspiremos solo contra Roma; La Revolución en la Iglesia, es la Revolución permanente, es la destrucción segura de los tronos y dinastías. No debería ir confundida con otros proyectos la conspiración contra la Santa Sede romana.” Los verdaderos católicos fieles discípulos de Jesucristo vienen a agruparse alrededor del Papa, de los Obispos y de los sacerdotes, para “combatir el buen combate y conservar la fe." Cada uno de ellos se esfuerza por rechazar el enemigo y hacer triunfar la buena causa por medio de la oración, de las obras buenas, por la acción y la palabra, por la polémica., y, en fin, por todos los medios legítimos de influencia. Esto es lo que forma el pequeño, al mismo tiempo que grandísimo ejército de Jesucristo. El gigante revolucionario se lisonjea de destrozarlo, como en otro tiempo Goliath en frente de David; pero Dios está con nosotros, y nos ha dicho: “No temáis, pequeña grey, porque ha sido la voluntad de vuestro Padre el daros la victoria.” Marchemos, pues, y tengamos valor.

Jóvenes, tenéis merecido vuestro puesto en nuestras filas. Apresuraos, corred y traed a vuestro divino Maestro el óbolo de vuestra felicidad naciente. En unos tiempos como los que hemos alcanzado, todo cristiano debe ser soldado, y Jesús, al reunirnos bajo la sagrada bandera de su Iglesia, nos dice: “Qui non est mecum, contra me est.- El que no está conmigo, está contra mí."   

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