lunes, 1 de octubre de 2012

LA REVOLUCIÓN (9)


Por Mons de Segur

IX. CÓMO LA REVOLUCIÓN, PARA HACERSE ACEPTAR, SE ESCONDE BAJO LOS NOMBRES MAS SAGRADOS 

Si la Revolución se mostrase tal cual es, espantaría a todas las gentes honradas; por esto se oculta bajo nombres respetables, como el lobo bajo la piel de oveja

Aprovechando el respeto religioso que la Iglesia imprime hace diez y ocho siglos* a las ideas de libertad, de progreso, de ley, de autoridad y civilización, la Revolución se adorna con todos estos nombres venerados, y seduce de este modo una multitud de espíritus sinceros. Si se le escucha, no parece sino la felicidad de los pueblos, la destrucción de los abusos, la abolición de la, miseria, promete a todos el bienestar, la prosperidad, y no sé qué edad de oro, desconocida hasta hoy. 

No creáis en sus palabras. Su padre, la antigua serpiente del paraíso terrenal, ya decía lo mismo a la pobre Eva: “No temas, escúchame, y seréis como dioses.” Ya sabéis en qué especie de dioses nos hemos trasformado. Los pueblos que escuchan la Revolución, se ven pronto castigados por aquello mismo porque pecan; si las ciudades se embellecen, si los ferrocarriles se multiplican (lo que no es, digámoslo bien alto, la obra de le Revolución, sino el simple resultado de un progreso natural), la miseria publica aumenta por todas partes, la alegría se va, todo se materializa, los impuestos se aumentan de un modo enorme, todas las libertades desaparecen; en nombre de la libertad, se va retrocediendo poco a poco hacia la esclavitud brutal de los paganos; en nombre de la civilización, se va perdiendo todo el fruto de las conquistas del cristianismo sobre la barbarie; en nombre de la ley, una autoridad sin freno y que nadie contiene, nos impone todos sus caprichos: ahí tenéis el progreso

Por otra parte, ¿cómo podría salir el bien del mal? Y ¿cómo sería capaz de edificar cosa alguna el principio de destrucción? 

Nuestro principio, ha dicho un revolucionario atrevido, es la negación de todo dogma; la incógnita que buscamos, la nada. Negar, negar siempre, ahí está nuestro método, que nos ha conducido a poner como principios; en religión, el ateísmo; en política la anarquía; en economía política, la no propiedad (Proudhon).” 

¡Desconfiemos, pues, de la Revolución, desconfiemos de Satanás, ocúltese bajo el nombre que quiera! ¡Pobres ovejas! ¿Cuándo escuchareis la voz del buen pastor que os quiere defender de los dientes del lobo y que quiere arrancar a la bestia malvada el vellón suave, bajo cuya mentida cubierta penetra hasta lo más interior del aprisco? 

* Esto fue escrito hace 150 años.

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